El delantero belga tiene mejor promedio internacional que Cristiano y Messi y no ha parado de golear desde su salida de un United falto de puntería.
Romelu Lukaku lleva once años perforando redes. Desde que debutase en el Anderlecht en 2009, con 16 años, sólo hay dos etapas con asterisco en su carrera. La del Chelsea, en la que supuso su primera aventura fuera de su Bélgica natal, y la del Manchester United, donde llegó como uno de los arietes más temidos de la Premier tras destacar en el Everton. Su combinación de velocidad, corpulencia y agilidad resultan en un producto final indomable. Sin embargo, de Old Trafford, a pesar de firmar unos números decentes, 42 goles y 13 asistencias en 96 partidos, salió por la puerta de atrás. Ahora, en Mánchester, tras verle consagrarse de nuevo como el tirano del área que siempre ha sido en el Inter de Milán, deben identificar su marcha como un error de bulto. Y más teniendo en cuenta la acuciante falta de gol que asola al equipo.
Sobre la bocina del verano del pasado año, Big Rom se marchaba al Inter y dejaba 75 millones de euros en las arcas mancunianas, un dinero que no sería invertido inmediatamente en lo que más necesitaba el equipo: gol. No ha sido hasta un año después, con la llegada de Cavani, cuando se ha firmado otro delantero con alma de nueve. Martial, Rashford y Greenwood responden a un perfil similar y, aunque puedan ejercer de falso delantero, el adjetivo previo a la posición denota su falta de idoneidad para el puesto.