En este fútbol de comida rápida el Madrid ha pasado del triplete a la desaparición. Antes de las exequias, el coqueteo del calendario le ha puesto en la misma semana por delante a Guardiola y Messi, la ensalada de demonios del madridismo moderno.
Es la primera vez que Guardiola llega como patrón del Manchester City al Bernabéu. En el último duelo, con el escudo del Bayern, fue cuando el técnico vio en el Madrid a unos atletas después de que Cristiano, Bale y Di María derribaran las almenas del Allianz Arena como si vistieran el uniforme de Jamaica y llevaran cachimbas escondidas.
En el provechoso libro de Martí Perarnau sobre la estancia de Guardiola en Múnich el entrenador admitía que su plan de aquella noche fue el mayor error que había cometido en un banquillo.
De Messi el madridismo se lo sabe todo, hasta la fecha de su cumpleaños, un acontecimiento que muchas veces parece disecado en el tiempo. Hay rumores de que el argentino cumple años hacia atrás. La ventaja para el Madrid es que esta semana cada uno de los diablos aparece por separado.
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