El FC Barcelona sigue pendiente del mercado de fichajes pero con una máxima: antes de comprar debe vender futbolistas. Por eso ahora está centrado en concretar las salidas de Nélson Semedo, Arturo Vidal y Luis Suárez, entre otros, tras haberse desprendido ya de Ivan Rakitic. Se trata de rejuvenecer el equipo y de incentivar nuevos protagonismos y liderazgos, pero también de rebajar un aspecto muy importante para el funcionamiento del club: la masa salarial. Fuentes del club azulgrana admiten que esa rebaja del porcentaje de dinero del presupuesto de gastos destinada a pagar las fichas de los deportistas profesionales (no sólo los del fútbol, aunque son los que más cobran) es obligada.
Por culpa de la pandemia, el club ha visto cómo desde el mes de marzo se han rebajado drásticamente sus ingresos dado que no se venden entradas (el último ejemplo, en un Gamper a puerta cerrada), apenas hay visitas al Museu y las ventas de las tiendas oficiales del club se han resentido muchísimo. Además, tampoco se puede ingresar dinero por giras o partidos amistosos.
Así, el Barça ha debido rebajar sus pretensiones presupuestarias en materia de ingresos para la temporada 2020-21 de los 1.120 millones a los 800, es decir, en total una previsión de 320 millones menos. Y como el tope de la masa salarial se calcula entre el 65 y el 70 por ciento de esos ingresos, también hay que reducir drásticamente esa bolsa de gasto. En este sentido, LaLiga es muy estricta. Si un club sobrepasa su previsión de gasto en salarios en ese 70 por ciento, no le deja inscribir futbolistas. Por eso el Barça debe quitarse fichas altas. Mientras, UEFA marca que un club no puede gastar más de lo que ingresa de forma ordinaria.